El verano no es solo calor, playa y fiesta. Es la temporada en la que el cuerpo se muestra más, se roza más, se desea más. Por eso, tener la piel bien cuidada no es solo una cuestión estética: es parte del juego, del placer y del morbo que compartimos cuando estamos al desnudo o semivestidos frente a otro hombre.
Exfoliar es clave. Sacar las células muertas deja la piel más suave, más luminosa y mucho más agradable al tacto. Pasar una mano por un pecho, unas nalgas o un muslo exfoliado puede ser el inicio de algo muy rico. Usá un exfoliante corporal una o dos veces por semana y dedicale tiempo también al culo, que muchas veces dejamos de lado… y es zona erógena de alto voltaje.
Hidratá todos los días. El sol, el cloro, la sal del mar y hasta el roce con otras pieles resecan. Un cuerpo hidratado no solo se ve mejor, se siente más rico al contacto. No hace falta llenarse de cremas perfumadas: con una buena loción neutra o con aloe vera alcanza para mantener el cuerpo jugoso y receptivo.
No te saltees el protector solar. No hay nada sexy en una quemadura, y el daño a largo plazo se acumula. Elegí un protector ligero que no deje la piel pegajosa, y reaplicalo si vas a estar expuesto. Cuidar la piel también es erotismo: cuanto más sana esté, más se deja lamer, chupar, acariciar.
Depilar o no, es elección tuya. Pero si decidís hacerlo, hacelo bien: piel limpia, buenos productos y nada de rasurar apurado. La piel irritada pierde sensibilidad y no invita al contacto. Sea con vello o sin él, lo importante es que tu piel invite al tacto, al roce y al juego.
Preparar la piel para el verano no es solo cuidarse: es erotizarse, ponerse listo para el cruce de miradas, para el roce de cuerpos, para que cada caricia se sienta más. Porque cuando nuestra piel está viva, el placer también.