LA CIRCUNCISIÓN: GLANDE AL DESNUDO

LA CIRCUNCISIÓN: GLANDE AL DESNUDO

La circuncisión —es decir, retirar el prepucio del pene— genera opiniones intensas, sobre todo cuando hablamos de placer, sensibilidad y estética. En el mundo gay, donde el falo se mira, se huele, se chupa y se penetra con atención al detalle, tener el glande siempre expuesto puede cambiar algunas cosas… pero no necesariamente para mal.

Un pene circuncidado es más fácil de mantener limpio, sin necesidad de retraer piel para lavar. Esto puede ser práctico para quienes tienen sexo con frecuencia o en encuentros espontáneos. Además, al quedar el glande al aire, se reduce la humedad constante que puede favorecer bacterias u hongos si no hay una higiene rigurosa.

En cuanto a la sensibilidad, sí: la circuncisión cambia la forma en que se sienten las cosas. Al estar siempre expuesto, el glande pierde algo de esa hipersensibilidad inicial, pero esto puede traducirse en un mayor control durante el sexo. Algunos hombres circuncidados reportan que aguantan más durante la penetración, lo que permite juegos más largos e intensos.

Estéticamente, algunos hombres prefieren el aspecto del pene circuncidado. Más definido, más pulido, con el glande redondo y terso asomando con seguridad. Es un tema de gustos, y en lo erótico, el deseo visual también cuenta.

Ahora bien, no tener prepucio implica perder una zona de fricción natural que, para algunos, es parte esencial del placer. En la masturbación, por ejemplo, el movimiento del prepucio facilita sensaciones más suaves y fluidas. Sin él, se requiere más lubricación y otra técnica. No es peor, es distinto.

Tampoco hay que idealizar ni un lado ni el otro. Lo importante es cómo vivimos nuestra sexualidad con lo que tenemos. Circuncidado o no, un pene es un instrumento de placer, y cuando lo exploramos sin prejuicios, da gusto, da orgasmos, y da encuentros memorables.

Regresar al blog